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Una imagen que nos puede ayudar a interpretar la Exhortación Apostólica Laudate Deum del papa Francisco es la de “un golpe sobre la mesa”.

El papa advierte que han pasado ocho años de su Carta encíclica Laudato si’, y “no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre” (n. 2). La gran preocupación del papa Francisco son las consecuencias del cambio climático o crisis climática, subtítulo del nuevo documento, cuya causa principal es la intervención humana sobre la naturaleza (cf. n. 14).

       a)  «Un golpe sobre la mesa» desde los pobres y vulnerados

“El golpe sobre la mesa” del papa Francisco es desde el lugar de aquellos que son afectados más intensamente por los efectos del cambio climático, es decir, los pobres y vulnerados. Siendo más precisos y ofreciendo una ubicación geográfica, África es presentada como el continente que alberga más de la mitad de los más pobres del planeta y es responsable de una mínima parte de las emisiones históricas. Por tanto, no son los pobres los culpables de la crisis climática actual (cf. n. 9).

     b)  Para quiénes es «el golpe sobre la mesa»

El Papa reconoce la existencia de poderes reales, sobre todo económicos, que son los representantes del paradigma tecnocrático, cuyo avance lo constata él mismo y que, aduce, “se retroalimenta monstruosamente” (n. 21). Estos grupos de poder se caracterizan por una falta de ética, de cultura y de espiritualidad. En los numerales 32 y 60 el Papa lanza dos preguntas a los poderosos. En la primera de ellas se lee “¿qué les importa el daño a la casa común si ellos se sienten seguros bajo la supuesta armadura de los recursos económicos que han conseguido con su capacidad y con su esfuerzo?”. Y en una segunda interrogante: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?”.

Además, “el golpe sobre la mesa” es para la política nacional e internacional que se ha mostrado inoperante a la hora de tomar decisiones audaces. Las organizaciones mundiales existentes deben ser más eficaces y dotadas de autoridad real. Tanto la diplomacia como la política no han logrado un nuevo multilateralismo y éste necesita ser reconfigurado a partir de la nueva situación mundial que pasa ante todo por la renovación de procedimientos en la toma de decisiones y legitimación de las mismas. Al respecto, en el numeral 43, el papa Francisco afirma: “Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos”.

«El golpe sobre la mesa» es también para las Conferencias sobre el Clima (COP) que se inauguró en Río de Janeiro en 1992. El papa argentino denuncia que “los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos” (n. 52). Por tanto, de la próxima COP28 de Dubai se esperan “formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear” (n. 59).

      c) «Un golpe sobre la mesa» para despertar a los fieles católicos

El Papa reconoce que incluso dentro de la Iglesia católica existen resistencias ante su lectura de la crisis climática. “Me veo obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica” (n. 14). A ellos les recuerda las motivaciones de la propia fe ya que esta “no sólo da fuerzas al corazón humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado” (n. 61).

En conclusión, en esta Exhortación Apostólica encontramos un papa Francisco más profético. Por tanto, Laudate Deum es una fuerte llamada de atención del Papa con el fin de mover la toma de decisiones globales que permitan contrarrestar los efectos del cambio climático. Todavía estamos a tiempo, pero no queda mucho.

Fr. Daniel Rodríguez Blanco, OFM

Director de la Oficina general JPIC en Roma