Tomando como punto de partida la figura del Pobrecillo de Asís, al que ordenes, congregaciones y familias franciscanas celebrarán con una serie de iniciativas desde 2023 hasta 2026, cuando se cumplen 800 años de su muerte, Francisco lo señala como ejemplo de «hombre de paz y pobreza, que ama y celebra la creación».
Lo que todos necesitan es justicia, pero también confianza. Sólo la fe devuelve el aliento del Espíritu a un mundo cerrado e individualista. Con este aliento adicional, se pueden abordar los grandes retos actuales, como la paz, el cuidado de la casa común y un nuevo modelo de desarrollo, sin rendirse ante hechos que parecen insuperables.
El Papa lo subrayó al hablar a la Coordinación Eclesial del VIII Centenario Franciscano, recibida en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. Formado hace un año en Greccio (Italia), por las Diócesis de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino, Rieti y Arezzo, con representantes de todas las familias franciscanas de la primera y segunda orden, de la orden franciscana seglar y de las congregaciones franciscanas, el organismo está supervisando la organización de una serie de eventos, de 2023 a 2026, para celebrar el 800 aniversario de la muerte de San Francisco de Asís.
Imitación de Cristo y amor a los pobres
Mirando precisamente al poverello de Asís, el Pontífice subrayó que el centenario debe tender a «declinar juntos la imitación de Cristo y el amor a los pobres». Porque «Francisco vivió la imitación de Cristo pobre y el amor a los pobres de forma inseparable, como las dos caras de una misma moneda». Los frutos de las celebraciones madurarán «también gracias a la atmósfera que emana de los diferentes ‘lugares’ franciscanos», señaló el Pontífice, porque cada uno de ellos «posee un carácter particular, un don fecundo que contribuye a renovar el rostro de la Iglesia».
La fuente de fe de la experiencia de San Francisco
A los miembros de la Coordinación Eclesial del Centenario Franciscano, que iniciará una peregrinación desde el Valle de Rieti, pasando por el Alverna, «hasta Asís, donde todo comenzó»; el Papa confió que era consciente, al elegir llamarse Francisco, «de referirse a un santo tan popular, pero también tan incomprendido».
Francisco es el hombre de la paz, el hombre de la pobreza y el hombre que ama y celebra la creación; pero ¿cuál es la raíz de todo esto, ¿cuál es la fuente? Jesucristo; un hombre enamorado de Jesucristo que, para seguirlo, no teme hacer el ridículo, sino que se adelanta. La fuente de toda su experiencia es la fe. Francisco lo recibe como un regalo ante el Crucifijo, y el Señor Crucificado y Resucitado le revela el sentido de la vida y del sufrimiento humano.
Las etapas del VIII Centenario Franciscano
El itinerario franciscano previsto para el octavo centenario franciscano, que durará de 2023 a 2026, tendrá como primera parada Fonte Colombo, cerca de Rieti, porque fue aquí donde Francisco escribió la Regla, posteriormente aprobada por el Papa Honorio III en 1223, pero también para recordar el lugar del primer pesebre de la historia, recordó el Papa Francisco.
Es una poderosa invitación a redescubrir en la encarnación de Jesucristo el «camino» de Dios. Esta opción fundamental dice que el hombre es el «camino» de Dios y, en consecuencia, el único «camino» de la Iglesia.
Otra parada será La Verna, el lugar donde, en 1224, Francisco recibió los estigmas. El lugar, explica el Papa, «representa ‘el último sello’ -como dice Dante (Paraíso, XI, 107)- que hace que el santo se asimile a Cristo crucificado y sea capaz de penetrar en el interior de la historia humana, radicalmente marcada por el dolor y el sufrimiento». Por último, en 2026 vendrán a Asís para conmemorar el Tránsito de Francisco, en 1226, en la Porciúncula: un acontecimiento que revela lo esencial del cristianismo, aclara el Pontífice, que es «la esperanza de la vida eterna». Y no es casualidad, observa Francisco, que la tumba del Santo, situada en la Basílica Baja, se haya convertido con el tiempo en «el imán, el corazón palpitante de Asís».
Escuchar, caminar, proclamar
Pero San Francisco «sigue siendo un misterio», subraya el Papa. Para entenderle es necesario ponerse en su escuela, «encontrando en su vida evangélica el camino para seguir las huellas de Jesús». Y para ello es necesario «escuchar, caminar y anunciar a las periferias», indica el Pontífice. La escucha es la de Francisco que, frente al Crucifijo, oye la voz de Jesús que le dice: «Ve y repara mi casa». El joven «responde con prontitud y generosidad a esta llamada del Señor», relata el Papa, pero poco a poco se da cuenta de que no se trataba de «reparar un edificio de piedras, sino de dar su contribución a la vida de la Iglesia; se trataba de ponerse al servicio de la Iglesia, de amarla y de trabajar para que el Rostro de Cristo se refleje cada vez más en ella». En cuanto al caminar, «Francisco fue un caminante que nunca se quedó quieto», subrayó el Pontífice, «que recorrió innumerables ciudades y pueblos de Italia, sin dejar nunca de estar cerca de la gente y reduciendo a cero la distancia entre la Iglesia y el pueblo».
Esta misma capacidad de «salir al encuentro», en lugar de «esperar en las alas», es el estilo de una comunidad cristiana que siente la urgencia de hacerse cercana en lugar de replegarse sobre sí misma. Esto nos enseña que los que siguen a San Francisco deben aprender a ser firmes y a caminar: firmes en la contemplación, en la oración, y luego avanzando, caminando en el testimonio, el testimonio de Cristo.
Y luego está el anuncio, lo que el Papa nos pide continuamente que llevemos a los lugares más lejanos o abandonados: las periferias.
Celebraciones franciscanas y el Jubileo de 2025
Por último, concluyendo su discurso, el Papa Francisco anima a la Coordinadora a «vivir plenamente» los tres años de celebraciones del VIII Centenario Franciscano, deseando que «este camino espiritual y cultural pueda conjugarse con el Jubileo de 2025, con la convicción de que San Francisco de Asís sigue impulsando a la Iglesia a vivir su fidelidad a Cristo y su misión en nuestro tiempo».