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Junghee Min*

El cambio climático es la amenaza más grande de nuestro tiempo, y también lo es para las futuras generaciones. Con tan solo el aumento de 1 grado Celsius en el promedio de temperatura global, el mundo ha tenido numerosas y fuertes inundaciones, olas de calor, sequías y tormentas a lo largo de las últimas décadas. Ha sido un desconectarnos de la naturaleza lo que ha fortalecido nuestra codicia y causado una desastrosa crisis climática y ecológica, a la vez que nos ha llevado a un letargo ante la angustia, la desgracia y la desesperación de otros seres. ¿Qué tan sensibles somos ante la desgracia de otros seres?  Muchos seres humanos somos indiferentes a los sufrimientos de otros y no queremos hacerles frente.

 

Al responder a la crisis climática, el primer paso es ver la realidad tal como es reconectándonos con la naturaleza y con las otras criaturas; corrigiendo nuestras perspectivas y actitudes para con ellas. Los líderes religiosos deben desempeñar un papel significativo con miras a unir la naturaleza con los otros seres y transformar el modo de pensar de las personas sobre la naturaleza y otros seres sean lo que sean, sus congéneres humanos o animales o plantas. Sin embargo, como muchas personas laicas, muchos líderes de la fe también se muestran indiferentes a las agonías de los otros y no las encaran.

 

La Iglesia Católica tiene grandes enseñanzas sobre la naturaleza y el medio ambiente, como la Carta Encíclica Laudato si’ de su santidad el Papa Francisco sobre el cuidado de nuestra casa común.  Yo creo que Laudato si’ inspiró a muchas personas e incluso a muchas organizaciones y ha contribuido para el Acuerdo de París. Todavía recuerdo que muchísimos grupos ciudadanos esperaban con ansias tener la Laudato si’ y esperaban que influyera en la Conferencia Climática de la ONU en 2015. (COP21)

 

Hasta donde sé, los franciscanos tienen al santo Francisco de Asís, cuyas enseñanzas son ecológicas. A pesar de estas invaluables enseñanzas ecológicas sobre la protección de la naturaleza y la creación en la tradición católica, a menudo sacerdotes católicos con quienes he intercambiado conocimiento me han comentado que no muchos sacerdotes se interesan por la angustia que la destrucción climática ha causado en otros.

 

A este respecto, formulo las siguientes preguntas sobre las cuales los franciscanos podemos reflexionar para guiar a los laicos en lo relativo a superar la crisis climática y ecológica:

 

¿Te sientes conectado con la naturaleza y las otras criaturas? ¿Sabes cómo están siendo destruidas la naturaleza y la creación  por la crisis antropogénica? ¿Alguna vez viste cómo esta destrucción arruina a nuestros semejantes humanos y a la naturaleza? ¿Alguna vez has sentido el sufrimiento de otros causado por esta destrucción? Si es así, ¿qué estás haciendo ahora para seguir las enseñanzas ecológicas de Laudato si’ y San Francisco o para aliviar el sufrimiento de otros?

 

Para ayudarles a ver lo que realmente está pasando allí, podemos considerar llevar personas a las aldeas rurales afectadas por los acontecimientos climáticos extremos o a las pequeñas islas que se están sumergiendo en el océano Pacífico. En realidad, no nos es fácil hacer eso puesto que costaría demasiado dinero. Por lo tanto, mi organización, Inter-religious Climate, and Ecology (ICE) Network (red interreligiosa por el Clima y la Ecología) decidió, hace dos meses, comenzar con proyecciones de películas sobre el cambio climático, en colaboración con JPIC-franciscanos en Corea. Gracias a un padre franciscano profundamente preocupado con la crisis climática y al apoyo de la red ICE Network, podemos realizar proyecciones de películas en el Centro Franciscano de Educación en el centro de Seúl una vez al mes.

Con la proyección de películas, podemos hacer tomar conciencia a las personas sobre cómo el cambio climático ha impactado en los seres humanos y la naturaleza, y reconectar a unas personas con otras más desfavorecidas. La primera película que proyectamos fue Disruption, dirigida por Jared P. Scott. En la película, los científicos hablan sobre la ciencia relacionada con el clima y los activistas muestran la razón de por qué las personas debieran salir a las calles para enfrentar la crisis climática. También se incluyen unas escenas de lugares en Filipinas muy fuertemente afectados por el tifón Haiyan en 2013, el cual segó la vida de más de 8.000 habitantes del lugar.

Inmediatamente después de la proyección, una mujer dijo: “debemos apoyar a los más vulnerables al cambio climático y a los discapacitados”. Otra mujer sugirió que “tenemos que realizar una marcha climática para hacer oír nuestra voz en nombre de los vulnerables y los débiles”. Una monja católica dijo: “me sentía avergonzada mientras veía la película, y todavía dudo de si incluso la energía renovable puede ser la solución a la crisis climática si continuamos consumiendo demasiadas cosas innecesarias”.

Las reacciones del público a la película fueron inesperadas y conmovedoras. Al final, la proyección de la película ayudó a los concurrentes a ver la realidad tal como es y los vinculó con los otros que están sufriendo. Tres semanas más tarde, pudieron unirse a una marcha climática realizada por grupos ambientalistas en Corea. Junto con ellos, una docena de franciscanos laicos fueron parte de la marcha, lo cual pareció profundizar su comprensión de la realidad climática, la injusticia y la desigualdad.

Con programas y materiales de enseñanza diferentes como la proyección de películas, los hermanos y hermanas franciscanos podrían capacitar a personas laicas para hacerlas empáticas con el sufrimiento de otros seres. Las enseñanzas y la vida de San Francisco deben ser aplicadas en la preparación sobre los problemas climáticos y ecológicos. Las iglesias franciscanas pueden permitir que los laicos participen en actividades para convertir la iglesia en ecológica mediante el ahorro de energía y la instalación de un sistema de energía renovable.

Además, la Iglesia debería inspirar a las personas para desarrollar un modo sostenible de vivir su vida diaria consumiendo menos y apoyando y orando por los vulnerables en países en desarrollo para adaptarse al cambio climático. Lo más importante es alentarlos a tomar parte en la movilización climática y a hacer que sus voces allí presionen al gobierno para que adopte una política ecológica y establezca un objetivo ambicioso para lograr la mitigación climática. La iglesia también debe ser activa en abogar por los pobres en los países más vulnerables al cambio climático y exhortar con fuerza que el gobierno los apoye financieramente. Estoy segura de que estas acciones deben producir el cambio de sistema y, en definitiva, impedir o ralentizar el cambio climático.

Finalmente, espero que la Iglesia no olvide advertir a sus laicos que deberían emitir sus votos por políticos buenos y preocupados por la crisis del cambio climático y que tengan la voluntad de transformar la sociedad que se basa en los combustibles fósiles.

 

*Junghee Min. Secretaria General de la Red Interreligiosa por el Clima y la Ecología -ICE (Inter-religious Climate and Ecology) Network, una red pan/asiática que consta de organizaciones de fe y líderes de comunidades católicas, protestantes, musulmanas budistas y won/budistas, y grupos cívicos que responden a la crisis climática y ecológica. La red ICE Network tiene su sede en Seúl, Corea del Sur y trabajan para implementar actividades de adaptación climática, capacitación de religiosos y religiosas locales en trabajo conjunto en redes cibernéticas internacionales y regionales en Asia.