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Son tiempos oportunos para acercarnos al Rostro de Cristo en el necesitado, los desprotegidos, aquellos que no tienen seguridades materiales y que viven de una manera casi al azar. Esta Experiencia debe de hacer sensible nuestro SER JPIC, si bien resguardarnos en nuestras casas es sano y prudente, debemos recordar que nuestra entrega a Dios está pese a cualquier realidad y condición, estamos llamados a vivir el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, Evangelio mismo que se puede leer también en el Evangelio de la Creación.

Orar y Actuar: unas de las características principales del pensamiento Franciscano. Nuestra oración y nuestra acción debe de estar en margen de las realidades de nuestros pueblos en medio de esta pandemia que pegó directamente la economía y la salud. Pensemos en el ancianito que carece de alimento, aquel padre de familia que han mandado a su casa sin un sueldo digno, aquellas personas enfermas por el COVID 19 y quienes sufren directamente esta pandemia: escuchemos el grito de los pobres.

Contemplando el Evangelio de la Creación y escuchando la realidad de nuestros pueblos, no podemos permanecer insensibles e indiferentes ante una realidad que nos supera y pone de manifiesto la fragilidad de nuestros esquemas globalizantes.

Les comparto mi experiencia de apostolado atendiendo a nuestra realidad concreta, estoy inserto en una fraternidad situada al noreste de México, la Ciudad de Monclova Coahuila, una población de al menos 231, 107 habitantes según el Censo de Población echo en el año 2015. Desafortunadamente el COVID 19 se desató rápidamente en la población debido a un descuido en el sector salud de la Clínica principal de la Ciudad, es decir no comenzó en los habitantes sino en el cuerpo médico de la clínica, dándose una infección rápida y alarmante. Al día de hoy en la población son 239 casos y 24 decesos, cifras consideradas altas para el número de población que tenemos.

Debido a esta realidad, muchas Empresas han dejado de laborar mandando a sus trabajadores con un sueldo reducido con el que difícilmente se puede subsistir, la economía de la ciudad se ve en crisis.

Atendiendo a esta realidad tanto económica como de salud, pusimos en marcha dos acciones: La entrega de paquetes de alimentos y la elaboración de cubrebocas:

  • Trabajando en equipo con los enlaces de Pastoral Social de la Vicaría Nuestra Señora de Guadalupe de la Diócesis de Saltillo en la cual colaboro como asesor, nos dimos a la tarea de activar la entrega de alimentos a las personas más vulnerables. A la fecha se han entregado alrededor de 1,500 paquetes de alimentos en toda la población, especialmente a las personas de la tercera edad, madres solteras, desempleados y otras personas vulnerables. Cuando llevamos estos paquetes de alimentos, no hemos topado con muchas casos, y quiero compartirles dos que fueron muy significativas:
  • Madre soltera y desempleada: ella no sabía qué iba a darles de comer a sus hijos, estaba en una situación de no saber a dónde recurrir si sus vecinos estaban en situaciones similares. Se puso en manos de Dios, pidiéndole ayuda, y aún estando en oración, llegamos nosotros. Desde luego que nos recibió con lágrimas en los ojos y con una mirada llena de esperanza. Su frase fue: Dios nunca me ha dejado, yo nunca dejaré a Dios.
  • Persona de la tercera edad: no pudimos conocerlo, pues cuando llegamos a su casa nos dijeron que el señor había salido a trabajar, sin miedo a la contingencia, pues depende de su trabajo: si no trabaja, no come. Vivía en una casa muy humilde, por lo que dejamos en su domicilio el paquete de alimento. Luego de eso nos enteramos de la expresión de agradecimiento del señor y su sorpresa al ver el alimento en la mesa de su casa.
  • El taller de elaboración de cubrebocas. Una de las medidas de prevención que ha puesto el Gobierno del Estado de Coahuila es el uso del cubrebocas en los lugares públicos, propensos a multa quienes no los usen. A la fecha hemos entregado alrededor de 500 cubrebocas elaborados con material resistente y económico de manera gratuita, como apoyo a la economía de las familias.

Este apostolado ha dado frutos de sensibilidad en las comunidades, cercanía con los mas vulnerables, tratamos de atender: El grito de los pobres, y han sido infinidad de manos que se han sumado a este proyecto de fraternidad, uniendo mente, corazón y fuerza en favor de nuestros hermanos que padecen la soledad de las estructuras económicas.

Comencemos hermanos a servir al Señor, porque hasta ahora poco o nada hemos hecho.

Dios sea su recompensa

Paz y Bien.

Hno. Juan Antonio Orozco Alvarado, OFM
Coordinador JPIC de la Conferencia Santa María de Guadalupe
México, Centroamérica y el Caribe