+39 06 684919 pax@ofm.org

“Cuando empecé el primer ayuno en 2005, nadie me conocía. Al principio, muchos pensaron que estaba loco, pero luego la Dirección de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) se pronunció a mi favor. Entonces se produjo una división entre los que apoyaban nuestra lucha y los que estaban en contra de esta”. Estas son las palabras de Mons. Luiz Flávio Cappio, obispo franciscano brasileño de la diócesis de Barra, que en 2005 y 2007 ocupó las portadas de los periódicos brasileños y del mundo con dos huelgas de hambre, para protestar contra el plan del gobierno brasileño de desviar el cauce del río São Francisco.

“Por amor al pueblo, por amor al río -que era fuente de vida para los habitantes- no podíamos estar a favor de un proyecto que tuviera como objetivo única y exclusivamente el uso económico del agua”, continuó el obispo. Nunca hubiéramos podido estar de acuerdo con un proyecto que pretendía transformar el río, en función de las grandes fincas rurales productoras de grano para la importación. Pretendía el enriquecimiento de una pequeña minoría, en detrimento de toda la población. Así lo afirma con determinación “Frei Luiz”, nombre por el que se conoce al obispo al noreste de Brasil.

En 2005, Frei Luiz inició su primera huelga de hambre que duró once días. Detuvo la huelga tras la firma de un acuerdo con el gobierno que se comprometió a detener el desvío del río São Francisco y a invertir una cantidad considerable de dinero para revitalizar el río. Sin embargo, cuando, con el paso del tiempo, las promesas del gobierno no se cumplieron, el obispo decidió iniciar otra huelga de hambre en 2007. “En ese día cumplí 59 años. Volví a ayunar, en esta ocasión no tome por sorpresa al gobierno, explica Mons. Luiz Flávio Cappio. Se habían preparado. La huelga de hambre duró 24 días y fue muy difícil”.

El 24º día de su huelga de hambre, Fr. Luiz perdió el conocimiento y acabó en el hospital, en la unidad de cuidados intensivos. Cuando despertó se encontró rodeado de varios grupos, entre ellos pobladores nativos, sindicatos de trabajadores, presidentes de asociaciones populares, profesores, directores de universidades. Cada uno de ellos le suplicó con palabras similares: “Te necesitamos vivo para continuar esta lucha. Abraza la vida que Dios te ha dado y vive para ayudarnos”. Aun cuando Frei Luiz no había decidido hacer huelga de hambre para morir, sino “por amor a la vida”, decidió interrumpir el ayuno. “Comprendí que era un instrumento de vida para mi pueblo, para mi gente, por eso, tras salir de la unidad de cuidados intensivos del hospital Memorial de Petrolina, anuncié el fin de mi huelga de hambre”, afirma el obispo brasileño.

Su camino vocacional hasta llegar a Barra

Frei Luiz procede de una familia católica de origen italiano. Fue en la familia donde aprendió a amar a Jesús y de ahí recibió su vocación franciscana: “Vi en Francisco al hombre que dio su vida a los pobres; vi en Francisco a un hombre enamorado de la vida, de la naturaleza”. Inmediatamente después de su ordenación, Frei Luiz sirvió en la periferia de San Pablo, en contacto con los trabajadores. “La mayoría de las personas con las que trabajé procedían del noreste de Brasil, explica el obispo. Dijeron que venían a San Pablo para mejorar su vida, y me pregunté entonces cómo era su vida allí. San Francisco me habló en mi corazón y me dijo: tu lugar está ahí”. Sin perder más tiempo, Frei Luiz se dirigió a Barra por el río San Francisco. “Cuando llegué a Barra, después de cinco meses de caminar, el obispo -que había oído hablar de un fraile menor que caminaba de comunidad en comunidad, predicando la Palabra de Dios- se acercó a mí y me pidió que me quedara en su diócesis, por la falta de sacerdotes”.

De esta manera, desde hace 48 años, Frei Luiz presta servicio en Barra, primero como misionero y posteriormente como obispo. “Ahora que he cumplido 75 años, ya he puesto la diócesis a disposición del Papa mi renuncia por límite de edad – cuenta el obispo. Por el momento estoy esperando el proceso de nombramiento del nuevo obispo y luego volveré a la Provincia. Cuando todo esté arreglado, si Dios quiere, me retiraré a un ermitorio. Todo fue obra del Espíritu Santo”.

Fuente: www.ofm.org