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Holanda, país europeo con unos 18 millones de habitantes y una superficie de 41.543 km2, sigue siendo uno de los destinos preferidos de los emigrantes procedentes de Ucrania, África, Oriente Próximo y otros continentes.

Fr. Roland Putman, fraile franciscano holandés que participa directamente como voluntario en la atención a los migrantes en Holanda, el país de los mil molinos de viento, afirma que el número de migrantes ha superado la capacidad para acogerlos en los dos últimos años. La falta de alojamiento lo provoca el gobierno al haber cerrado varios centros para refugiados porque el número de inmigrantes disminuyó debido al Covid, pero desde 2021 el número está al mismo ritmo que antes de la pandemia.

Como resultado, muchos inmigrantes se quedan sin hogar. El propio gobierno ha adoptado una política para limitar el número de inmigrantes debido a la falta de espacio. De hecho, muchos solicitantes de asilo siguen en los albergues temporales esperando en la incertidumbre poder obtener el permiso de residencia. Algunos se enfrentan incluso al riesgo de ser detenidos porque sus posibilidades de asilo son limitadas, pero los franciscanos intentan animarlos a no perder la esperanza.

En un momento en que la política del gobierno holandés no tiene solución a este problema, el Consejo de Iglesias de los Países Bajos, que agrupa tanto a las iglesias protestantes como católicas, del que Fr. Roland Putman es miembro, lo tomó como una oportunidad para llevar esperanza a los inmigrantes y refugiados abriendo algunos edificios de las iglesias como refugios. Todos los miembros del Consejo acordaron asumir tal compromiso. Por supuesto, este tipo de acuerdo es un camino honorable porque hacer de la iglesia un «hogar común» para los migrantes no es una decisión fácil. Sin embargo, esta elección demuestra que las iglesias están siendo un verdadero puente de fraternidad universal en el que todas las personas son aceptadas como hermanos y hermanas.

Evidentemente, la posición contraria del compromiso del Consejo Eclesiástico con la política gubernamental suscita tensiones entre un conjunto de restricciones, por un lado, y la hospitalidad fraternal, por otro. Afortunadamente, la elección del Consejo Eclesiástico no fue vista como un desafío a la política gubernamental, sino más bien como un favor a un gobierno desbordado por la escasez de centros de acogida para inmigrantes. La familia franciscana ayuda a organizar reuniones para crear más apoyo en su barrio a la acogida de inmigrantes. Se puede resumir un mensaje contundente: las Iglesias y el gobierno trabajan juntos.

 

Fr. Taucen Girsang, OFM

 Fuente: Fr. Roland Putman, OFM

Coordinador de JPIC OFM en Holanda