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Franciscanos en Colombia construyendo la Paz

Colombia un país ubicado en la esquina noroccidental de Suramérica, tiene costas en los océanos Atlántico y Pacífico y una excelente ubicación geográfica en la Amazonía, es una potencia acuífera y biodiversa. En contraste con esta realidad ha vivido uno de los más intensos y prolongados conflictos armados internos del continente por más de 50 años, debido a la inequidad de la repartición de sus riquezas, especialmente la tierra.

La presencia franciscana en Colombia data del año1550, los frailes se ocuparon inicialmente de la evangelización de los pueblos asentados en el territorio a través de misiones populares, luego partir del siglo XVIII la educación formal y el servicio de parroquias ocuparon la atención de la provincia prioritariamente en grandes centros urbanos.

Poco después del Concilio Vaticano II y de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en la ciudad de Medellín en 1968. En el año 1978 un grupo de frailes de la provincia de Colombia, buscando responder a la realidad del país, y con la aprobación de la Orden inicia “ad experimentum” un éxodo a lugares marginados, dándose cuatro años después la creación de la segunda provincia franciscana en Colombia que tomó el nombre de Provincia Franciscana de San Pablo Apóstol.

Algunos hermanos de esta Provincia de San Pablo Apóstol y algunos laicos crearon la Fundación Franciscana Santo Tomás Moro en el año 2001 en la Costa Caribe de Colombia como una herramienta mediante la cual prestarían servicios a núcleos poblacionales que estaban viviendo graves situaciones de violación de Derechos Humanos.

Haciendo caso a las palabras del Cristo de San Damián a Francisco: “Repara mi casa que como ves amenaza ruinas”, los fundadores de la Santo Tomás Moro se dieron a la tarea de la reconstrucción de los proyectos de vida de personas y comunidades golpeadas en Colombia por la violencia socio-política. Se trataba entonces de “Reparar el tejido social” y más tarde con el Papa Francisco y la Encíclica Laudato si’, de “Reparar la casa común”. Nace entonces una iniciativa de profundos orígenes franciscanos en el Caribe Colombiano.


Las estadísticas oficiales del conflicto social y armado en Colombia, según el Registro Único de Víctimas (RUV) registran los siguientes datos: el desplazamiento forzado arroja el indicador más alto con un total de 3.780.677 casos registrados, luego y como segundo renglón vienen los feminicidiosque han dejado 458.781 víctimas, asimismo, 191.784 mujeres han sufrido amenazas, 77.100 fueron desparecidas forzosamente, 47.627 perdieron sus bienes o inmuebles, mientras que 40.231 han sido afectadas por actos terroristas, atentados, combates y hostigamientos.


Es así como la Fundación Franciscana Santo Tomás Moro asume prioritariamente estos dos grupos humanos (Desplazados y Mujeres) y agrega, por situaciones comprensibles el grupo poblacional de niños y niñas y adolescentes afectados por la violencia.

La estrategia de atención se basó en la inserción de frailes y laicos en medios de estas poblaciones con la construcción de Escuelas de formación para cada grupo poblacional: La Escuela Soy Mujer para las mujeres de las comunidades atendidas, La escuela de Nuevas Masculinidades para hombres adultos, La Escuela Jóvenes con Futuropara adolescentes y La Escuela Niños y Niñas Esperanza.Cada escuela con su respectivo pensumy acentos que responden a las necesidades de quienes la integran.

Para la financiación de las escuelas, la fundación Franciscana Santo Tomás Moro firmó convenios de cooperación con algunos programas de cooperación internacional y especialmente con el fondo poblacional de la ONU.


La escuela Soy Mujer
fue exitosa debido a la participación masiva de las mujeres de la región en el proceso. Con el tiempo y debido a los cambios que el país fue experimentando en los últimos 10 años, como la implementación de una Ley para atender a la población vulnerada por el desplazamiento forzado Ley 387 y otra ley para atender al universo de víctimas y no solo a los desplazados Ley 1448 de 2010, la escuela cambió de nombre y se llamó MUJERES DE PAZ GESTORAS DE DERECHOS.

El cambio de nombre reflejaba una nueva manera de encarar nuevas situaciones, Colombia entraba en un proceso de paz que exigía ciudadanos/as comprometidos: se fortalecieron los liderazgos femeninos, se hizo énfasis en la formación desde la perspectiva de género con acompañamiento ya no solo psicosocial, sino también desde lo psicojurídico. Se fortaleció la formación en espiritualidad se hizo un fuerte énfasis en la recuperación de la memoria histórica, en el fortalecimiento, posicionamiento y visibilización de los derechos de las mujeres víctimas, a partir de una reparación Integral y colectiva desde la exigencia de indemnización a los actores de la guerra por los daños causados.

Muchas de las mujeres alumnas de la Escuela Mujeres de Paz Gestoras de Derechos presiden en los territorios las mesas de mujeres víctimas de la violencia y hoy desde sus organizaciones construyen junto con la Fundación franciscana Santo Tomás Moro la recuperación de la Memoria histórica que brindará insumos a la Comisión Nacional de la Verdad, institución creada después de la firma de acuerdos de paz en la Habana Cuba) entre la guerrilla y el Estado Colombiano.

La Oficina de JPIC de la Orden ha apoyado el servicio a la construcción de paz en Colombia a través de las mujeres de la Escuela, ellas saben de la solidaridad de la oficina de JPIC en Roma como de la solidaridad de la JPIC de Familia franciscana de Colombia a la que pertenece como miembro activo la Fundación Franciscana Santo Tomás Moro.

Hno. Juan Rendón Herrera OFM
Director Fundación Franciscana
Santo Tomás Moro